La Belleza... una necesidad: El Bosco (1450

La Necesidad del Arte

El arte resume la vida. Penetró en nosotros con la fuerza de nuestro suelo, con los colores de nuestro cielo, y a través de la preparación atávica que lo determina de las pasiones y las voluntades de los hombres que él definió. Empleamos para la expresión de nuestras ideas los materiales que capta nuestra vista y que nuestras manos pueden tocar.
Es nuestro lenguaje, y sólo él, el que asume y retiene la apariencia de lo que, a nuestro alrededor, impresiona de modo inmediato a nuestros sentidos. No le pediríamos al arte que nos enseñara la historia si no fuese más que un reflejo de las sociedades que pasan con las sombras de las nubes sobre el suelo. Pero es que él nos relata al hombre, y al universo a través de él. Sobrevive al instante, ensancha el ámbito de toda duración y comprensión humanas, de toda duración y la extensión del universo. Fija la eternidad movediza en su forma momentánea.

Elie Fauré

Biografía de Elie Fauré

Filósofo, historiador y crítico de arte francés (Sainte-Foy-la-Grande, 1873-París 1937).

Uno de los primeros intelectuales de talla en comprender y valorar la novedad, el poder y la significación social del cine. Sobrino del geógrafo anarquista Elisée Reclus, discípulo de Bergson en el liceo Henri IV y médico especialista en anestesia y embalsamamiento, su pensamiento procedía sin duda de todas estas fuentes.

Evolucionista convencido, creía firmemente en la ciencia y la técnica como factores del progreso humano.

Su teoría "monista" (naturaleza y humanidad son una; las leyes del arte y la cultura -orgánicas, rítmicas cíclicas- son las leyes de la vida) se acerca al materialismo dialéctico.

El movimiento es lo que espiritualiza la materia, y el ritmo, la carne; de lo que se desprende la importancia civilizadora de la danza, decía Faure.

En su obra L'Histoire de l'Art (1909-1921), establece que las civilizaciones conocen a lo largo de su existencia fases ascendentes, de "asociación", y a continuación fases descendentes de cristalización y "disociación". El arte de las primeras es colectivo, el de las segundas, individualista. Las grandes épocas de unanimidad y construcción colectiva encontraron en la danza y la arquitectura su expresión más elevada. Y el cine, -lenguaje universal surgido de una máquina-, realiza la paradójica maravilla de ser a la vez danza y arquitectura, de construir la arquitectura en el tiempo y de dar un cuerpo espacial a la música.

Faure veia en el cine el instrumento idóneo para forjar el alma y el rostro de un siglo, el XX, que prometíía inaugurar una etapa de asociación.

Ya en 1922 alaba la profundidad de Chaplin, al que compara deliberadamente con Shakespeare y Moliere, presente -dándole nombre- la cineplástica de Eisenstein: dramaturgia formal, polifonía audiovisual y sintesis de todas las artes, y apoya las investigaciones de Abel Gance. Proclama el genio de Jean Vigo a partir de la proyección corporativa de L'Atalante (1934).

Aunque la Historia no haya seguido las profecías de sus escritos, ha dejado casi intacta la riqueza de sus análisis no ha quitado nada de su indispensable dimensión utópica.

Reflexiones

Acerca de la belleza...

El secreto de las virtudes no son las comparaciones, y lo magnánimo de la belleza está precisamente en las diferencias que se establecen entre todas las cosas.

La individualidad de cada ser se traduce de esa manera, repartidas las distintas características en determinados valores con mejor énfasis, o menor en algunos casos.. Así se conforma, mediante la genética un único individuo. De cada uno se deduce una idea única de lo que es la belleza. Es por esto que algo puede ser bello para una persona y reprochable para otra.

Entonces, la idea de la belleza está en el interior de cada uno y es imposible determinar por tanto, una ciencia que estudie de manera exacta lo que es la belleza. Los griegos determinaron reglas y canones que tenían que ver con la perfección y no necesariamente con la belleza. La perfección no es necesariamente bella... puede ser armoniosa, equilibrada, un gusto para el observador, pero con la satisfacción que produce también encajar una pieza que falta en un rompe cabezas. Pero esta sensación no es bella, es armoniosa, es necesaria para la vista, pero no nos sorprende, no nos revela el secreto de la belleza... no nos sublima... simplemente nos conforma.

La belleza regala a todos nuestros sentidos una luz, algo que no era posible, de pronto se vuelve realidad, y esto nos provoca algo más que una conformidad, es una plenitud y un goce de los sentidos que nos colma.

La Belleza... una necesidad

El Bosco (1450 - 1516) s. XV

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