EL ARTE BIZANTINO

Historia

En el año 330 d.C. el emperador Constantino fundó la nueva Constantinopla sobre la antigua colonia griega de Bizancio y estableció en ella la capital del imperio romano de oriente.

El año 395 d.C. muere el emperador Teodocio. Al morir deja como legado a sus dos hijos dividiendo el Imperio romano para ellos.

A Acadio, le deja la parte oriental cuya capital era Constantinopla; y a su hijo Honorio, le deja como legado la parte occidental, cuya capital era Ravena.

La cultura y los ritos litúrgicos se diferenciaban notablemente en estos dos sectores del Imperio.

El imperio romano de occidente cae definitivamente en el siglo V tras las invasiones bárbaras, mientras que la parte del imperio de oriente se convierte en el imperio Bizantino, conservando la cultura y costumbres romanas, griegas y cristianas, cuyas influencias dan origen al impresionante arte bizantino

El Arte Bizantino

El arte bizantino es una expresión artística que comienza a partir del siglo IV, como continuación del arte paleocristiano, ya que desde sus inicios Bizancio se constituyó como continuador del imperio romano.

El imperio bizantino fue un imperio medieval de cultura griega cuyos orígenes se remontan a la etapa final del imperio romano, cuya capital estaba en Constantinopla o Bizancio (Estambul).

La capital del imperio Bizantino, se convirtió en una gran urbe que competía en esplendor y riqueza con la ciudad de Roma. Se basa principalmente en una cultura asentada fundamentalmente en la antigüedad aunque profundamente cristianizada.

El arte bizantino se dividió en 3 etapas:

PRIMERA EDAD DE ORO (S. IV - S. IX)
s. VI Emperador Justiniano


Se inicia como continuación del arte romano y también se le denomina "Nea-Roma". En el siglo V se ve influenciado por el arte cristiano que lo lleva a su máximo esplendor, consumándose en el siglo VI en el reinado del emperador Justiniano, época de gran apogeo económico y gran esplendor en las artes.

La ArquitecturaUna de las principales características de su arquitectura fue la utilización de la bóveda y cúpula de herencia romana, pero con adelantos técnicos que las mejoraron: construyen sin cimbras, (La cimbra es una estructura auxiliar generalmente de madera, que sirve para sostener provisionalmente el peso de un arco o bóveda durante la fase de construcción, que luego terminada se desmonta.) emplean piedras muy ligeras, porosas y elementos de cerámica huecos, con los que forman la red interior de estas construcciones, que después se cubren con materiales de adorno.
La estructura de las iglesias bizantinas está basada en las técnicas constructivas romanas, aunque se quería conseguir unos amplios espacios interiores acordes con las necesidades de la religión cristiana.

Tiene diferentes funciones, significados y simbolismos, ya que es tanto un lugar para la reunión de los fieles y a la vez se exalta al Emperador y a la Iglesia.

Santa Sofía de Constantinopla

Santa Sofía de Constantinopla interior
Santa Sofía de Constantinopla, cúpula


La iglesia de Santa Sofía de Constantinopla se separa de los canones tradicionales romanos, para buscar conceptos espaciales más griegos.

El interior es el espacio más importante, dominado por la gran cúpula, que acentúa la concepción de espacio central, por estar más cerca del cielo, representándo a la divinidad también por la luz que emana de ella.

Otra iglesia importante construida en la época de Justiniano está ubicada en Ravena, y es la iglesia de San Vital, esta iglesia es considerada una de las más representativas de la arquitectura bizantina y la cristiana.

Iglesia San Vital de Ravena, interior

Iglesia San Vital de Ravena 


Los Mosaicos
Son de inspiración cristiana, los motivos son todos cristianos, ésto denota un colorido y una minuciosidad de creación realmente bellos, realizados especialmente para decorar los muros y cúpulas de las iglesias.

"Los mosaicos se realizan elaborando un dibujo y cubriendo con teselas esa composición a modo de rompecabezas, los musívaras (artistas del mosaico) enriquecerán esas teselas, aportando nuevos materiales como el nácar, el mármol y la pasta vítrea. Los artistas bizantinos, además, mezclaban con las teselas determinados óxidos metálicos y cubrirán a éstas de oro y plata, perfeccionan así la técnica y lograrán superficies brillantes y resplandecientes que impresionan al que las contempla. El arte bizantino es antinaturalista, los personajes parecen herméticos, no expresan su estado de ánimo, con ello el autor quiere simbolizar la importancia o divinidad de lo representado; no se pretende representar la belleza sino la contarnos la historia, así las representaciones del paisaje son poco realistas y no se representa la perspectiva ni el volumen en las figuras. El mosaico reviste todos los interiores: ábside, cúpula, paredes... Además crea imágenes o figuras (iconografía) que se repetirán constantemente en toda la historia del arte: Cristo aparece barbado (es el Cristo con barba siriaco frente al Cristo imberbe); a Cristo se le representa frecuentemente como juez con un libro (pantócrator), representación que será usual en el arte románico; la Virgen aparece con el Niño sentado en sus rodillas, pero entre ambos no hay una relación humana, los dos son rígidos e inexpresivos, este tema será frecuente también en el arte medieval posterior; los santos se representan con el nimbo o corona circular y cada uno con un atributo (San Pedro las llaves, San Andrés el aspa...). El arte tiene un fin didáctico, enseñar al fiel escenas de la Biblia o de los Evangelios, a veces intenta enseñar complicados dogmas... esto también se dará en el arte románico y gótico. Las representaciones pretenden impresionar al que las contempla y subrayar el poder de Dios y del emperador, en cierto sentido es un arte propagandístico al servicio del poder político."
http://perseo.sabuco.com/historia/artebizantino.pdf


Cúpula de Santa Sofía

San Vital, mosaico

San Vital, mosaico

San Vital, mosaico


EPOCA ICONOCLASTA s. VIII - s. XI

Crisis Artística en el Arte Figurativo  Etapa de Tinieblas


"Los dioses, decía Zenón el estoico, no tenían un cuerpo sino una semblanza (semblante) de cuerpo, semblanza de sangre. Aunque tuvieran una lengua, no hablarían; aunque tuvieran dientes, paladar, garganta y los órganos que la naturaleza ha pegado al cuerpo para la procreación, no se servirían de ellos. La forma humana fue asignada a los dioses, sea por un artificio deliberado de los filósofos, sea por superstición, para proporcionar imágenes (simulacro) a los hombres para el culto, creyendo que así tendrían acceso directo a la presencia divina. Los ídolos servían para captar el numen, la fuerza divina, y se los multiplicaba para captar más numen. La idolatría es parte de una retórica de la imagen, para convencer al dios de que habite la estatua.

La imagen, de este modo, fue (y sigue siendo) el centro de la reunión de la cristiandad. Al mismo tiempo, fue el escenario de las querellas internas iconoclásticas del siglo VIII en Bizancio. ¿Qué tendría la imagen per se para que desatara las más dislocadas consecuencias? La imagen habría sido desde un comienzo considerada como "peligrosa", al menos por ciertas razones: como manifestación de la ausencia, se abre tanto hacia dios como hacia el demonio; al pasado y al futuro; a la adoración y al terror. La gran prohibición mosaica de adorar imágenes señalaba su capacidad demoníaca y buscaba reducirlas al mundo politeísta."

Este período la corriente iconoclasta representada por el emperador bizantino León III, el Isaurio, impone la prohibición de representar lo sagrado a través de formas humanas, y manda destruír toda representación de las imagenes existentes anteriores a la época del emperador Justiniano.

Los iconódulos defendían el uso de la imagen del personaje retratado sin darle una connotación divina.


"El iconoclasta rechazaba la concepción mimética, relacional del icono: decía no a la posibilidad de fuera una mediación idéntica a la mediación princeps que fue Cristo, y no podía rechazar a su vez la repetición del misterio de la Encarnación que se ofrece en la Eucaristía. El iconodulo decía que el trazo icónico recrea infatigable la distancia de su molde: él dice la ausencia, el vacío, la distancia del modelo. Sobre esto el iconoclasta parece incapaz de concebir el icono como algo diferente de un ídolo, por lo cual no piensa en otra cosa que en denunciarlo y abatirlo. Y los iconodulos no pensaban hacer del icono una equivalencia con especies consagradas, haciendo del icono no la presentificación de Dios sino su alejamiento, como punto de fuga de la mirada que partiendo del orante se remontará hacia el Padre atravesando el icono y el Hijo.
El iconoclasta quería combatir la idolatría que leía en los iconodulos; los iconodulos querían otro tanto. Todos estaban de acuerdo en que tenían que acabar con la idolatría; el único problema era que cada uno tenía de la idolatría una idea que es propia del campo paranoico: "el idólatra es el otro"."
"En el campo de la cultura, no fue, precisamente, el de la iconoclastia tiempo apto para su desarrollo. La disputa religiosa, al centrarse en el culto a las imágenes, ocasionó la destrucción masiva de obras de arte, a la par que la inquietud del momento no resultaba la más adecuada para el trabajo intelectual. La necesidad de defenderse obligó, en cambio, a los iconódulos a recurrir a la teología y la antigua retórica, disciplinas que experimentan una indudable renovación. El mismo arte no sucumbió del todo; marginadas las representaciones sagradas, los artistas buscaron fuentes de inspiración en la vida diaria, el retrato, la historia. Los temas se multiplicaron, y la cosecha de las nuevas corrientes se alcanzará en esa edad de oro que vivirá Bizancio durante los doscientos años que siguieron a la resolución del conflicto de las imágenes."
"A partir de éste, la misma vida religiosa experimentó ciertos cambios enriquecedores. La querella había obligado a pensar en los indudables excesos de las representaciones figuradas y su idolátrica veneración; era de esperar que los cristianos bizantinos reflexionaran ahora sobre el verdadero sentido de las prácticas religiosas. Su reflexión, difícil para las clases populares, que al recuperar los iconos volvieron a atribuirles toda clase de milagrosos triunfos, empezaba a realizarse en solitario. Este era el triste balance de la querella: la separación de la Iglesia bizantina del resto de la comunidad cristiana. Su arreglo llegó demasiado tarde, cuando ya el Papa y los francos habían sellado su pacto de amistad, el restablecimiento de las antiguas relaciones entre Roma y Constantinopla ya no podía hacerse sobre las viejas bases. Lo peligroso para la Cristiandad es que no existían otras. Sin cisma declarado, cada una de sus partes estaba cada vez más convencida de su propia y original existencia. La ruptura no podía contar con más sólidos fundamentos. Su inevitabilidad no fue una sorpresa para nadie."
Ninguno de los bandos se convenció con los argumentos del otro y la querella tomó los derroteros de la persecución, la apostasía y huida monacales, y la segregación del patriarcado de Roma, para colocarlas bajo el de Constantinopla, de las diócesis bizantinas de Occidente. Nada de ello era fácil de olvidar, ni los contendientes lo intentaron tampoco; más bien fueron nuevos cargos que hacerse mutuamente. En especial, la resistencia del Papa a la iconoclastia tuvo importantes consecuencias: exacerbó la eterna querella con el emperador y fue muy directamente responsable de la nueva alianza que el pontífice estableció con los francos. Con ella, comenzaba otra etapa de la historia, por la que la sede apostólica había suspirado durante muchos lustros. Cuando en 787 la emperatriz Irene convocó el concilio que había de restaurar el culto de las imágenes en Bizancio, el mal ya no tenía remedio: para entonces, el abismo entre Roma y Constantinopla se había ahondado todavía más, y la posición bizantina en Italia se había debilitado decisivamente.

El Segundo Período Iconoclasta.
El mal no tenía remedio, ni pudo tenerlo en los años siguientes, porque los acontecimientos se complicaron en detrimento de la propia estabilidad del Imperio de Bizancio. Una mujer ambiciosa al frente de sus destinos era fácil presa de quienes deseaban utilizar en su propio provecho sus ambiciones. Muchos de los iconoclastas escaparon por ahí a la venganza de la reacción restauradora de imágenes. Más importante, por el mismo portillo se escapó la excusa de una coronación imperial en Occidente: Carlomagno podía ser emperador porque una mujer no tiene derecho a regir un Imperio. El Papa y los francos habían dado el golpe de mano definitivo. Más peligrosos resultaban los que, por las mismas fechas, daban búlgaros y árabes, que amenazaban con romper las fronteras imperiales.

Como herencia de su breve reinado, no estaba mal la dejada por Irene: intrigas cortesanas, amenazas externas, finanzas exhaustas, resistencias a la restauración de iconos se mezclan en ella. La crisis tardó en producirse; cuando lo hizo, en 815, llegó en forma de segunda abolición de las imágenes. Esta vez, la medida cogió más prevenidos a los iconódulos, que se hallaban mejor preparados ideológica y estratégicamente: su fortalecimiento doctrinal corría ahora parejo a su capacidad de maniobra en las intrigas cortesanas y en los motines populares. La persecución fue, por ello, menos violenta, y pronto los emperadores debieron reconocer su incapacidad para dictar una política religiosa iconoclasta.

No hacía falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que el único resultado práctico de la querella empezaba a ser el debilitamiento de la autoridad imperial y, sobre todo, la incapacidad del gobierno para hacerse oír en el Imperio. Otra mujer lo comprendió así, y con sagaz prudencia, Teodora, como Irene, comenzó la restauración de los iconos. El concilio del año 843 confirmó la resolución imperial y, sobre todo, la idea poco grata a los iconódulos extremistas, que esperaban la hora de su venganza, de que no sería fácil dictar al gobierno la política religiosa. La paz, sin embargo, no estaba al alcance de ninguna norma conciliar y, por debajo del arreglo oficial, soterradas corrientes de hostilidad persistieron. Si el Imperio pudo resumirlas, se debió a que, durante la crisis iconoclasta, Bizancio consiguió mantener su estructura, económica, militar y política, básica. Su inmediata y brillante recuperación tiene en ella el factor primordial.

II EDAD DE ORO s. IX, X, XI y XII 


Se separa de Roma y no reconoce la autoridad del Papa

Etapa de madurez, se abre el culto a las imágenes. Los cruzados destruyen Constantinopla. Después de la lucha con los iconoclastas renace un arte bizantino propio, alejado del cristianismo de Roma.

Los defensores de las imagenes establecen normas drásticas para la realización, ubicación y temática de éstas. (Hermeneia) Estas normas dicen cómo habría que pintar a Cristo, a la Vìrgen, las posturas del cuerpo, en qué parte de la iglesia va cada pintura.... etc.

La Arquitectura
La mejor representación de la arquitectura en esta etapa es la iglesia de San Marcos de Venecia, Italia.


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Interior iglesia de 


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Iglesia de San Marcos, Venecia, Italia


Foto de Roman Bonnefoy

Con planta de cruz griega inscrita en un rectángulo y cubierta con cinco cúpulas principales​ sobre tambor, una sobre el crucero y cuatro en los brazos de la cruz, asemejándose en su estructura a la desaparecida iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla.

Los Mosaicos

Terminada la era iconoclasta, surgen desde un gusto por la riqueza y la suntuosidad ornamental con la idea de cubrir los muros de las basílicas, los mosaicos y las pinturas (frescos) ornamentales, para expresar la religiosidad y el carácter semidivino del poder imperial. Es aquí cuando se consagra la verdadera estética bizantina y su iconografía, esta era supone el apogeo de las artes figurativas con influencia islámica y el naciente arte románico europeo.

Las figuras son rígidas, monótonas y herméticas, pero muy expresivas en su simbolismo, siguiendo las normas impuestas (hermeneia) para ser distribuidas dentro de la iglesia.

El Pantócrator, Cristo en majestad bendiciendo en la cúpula, el Tetramorfos, los cuatro evangelistas en las pechinas, la Vírgen en el ábside, los santos y temas evangélicos en los muros de las naves

El Pantócrator
Pantócrator, detalle

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El Tetramorfos del Claustro de Frómista
Trinity College Library de Dublín


La Vírgen y el niño

Escenas Evangelistas

La Vírgen y el niño y los santos


III EDAD DE ORO s. XIII - XV 

Etapa de decadencia y desintegración territorial


Con la dinastía de los Paleólogos, nace la tercera edad del arte bizantino, dándose en esta época la caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos.

La pintura de los íconos se prolongará en el tiempo más allá del s. XV, y la construcción de iglesias y su esplendor se amplía a los países eslavos, Rusia, Bulgaria e incluso Grecia.




Iglesia de los Santos Apóstoles de Salónica, Rusia


Ya se ven los esbozos del estilo de construcción románica que fue la continuación de las iglesias bizantinas.

La Pintura

Es la manifestación pictórica del arte bizantino. Éste evolucionó a partir del arte paleocristiano y fijó su carácter desde el siglo VI, el de Justiniano I, continuando hasta el fin del Imperio bizantino en el siglo XV, e incluso en la Edad Moderna con la escuela cretense.

La mayor parte de la producción pictórica de la primera época se destruyó durante la iconoclastia de los siglos VIII y IX, asi es que sólo han sobrevivido ejemplos en territorios ya no controlados por el imperio bizantino (como Italia o el Próximo Oriente).

En cuanto a Europa occidental, su pintura estuvo fuertemente influenciada por la bizantina hasta el siglo XIII. ​

La representación pictórica en la cultura bizantina y en la cristiandad oriental tenía una función muy importante, pues se la consideraba una abstracción de la misma divinidad (revelación de lo divino), en algunos casos incluso con la consideración de "realizada por manos no humanas". En la cristiandad occidental esa misma función se reservaba más bien a las reliquias.​

Las principales técnicas de la pintura bizantina fueron el mosaico,​ el temple sobre tabla, los iconos,el fresco y la iluminación de manuscritos.


























Los Iconos

Los iconos bizantinos no son sólo pinturas, tienen un sentido más profundo. Son el fruto de una tradición y se realizan de acuerdo a normas impuestas por el cristianismo.

Son una descripción, a través de imagenes artísticas con una representación que identifica a los personajes representados.

Se pintaban en paneles de madera, y principalmente muestran a Cristo, la Vírgen María y los principales apóstoles.

Los colores

Rojo: Se relaciona con la sangre, principio de vida, y a veces se pinta el fondo de este color.

Verde: es el símbolo de la regeneración espiritual, el verde es vida, es el color de los profetas

Amarillo: es el símbolo de la verdad

El oro: Fe y vida eterna, tamibién simboliza a Cristo.

Negro: Es la negación de la luz, simboliza el caos, la angustia y la muerte. En los hábitos de los monjes simboliza la renuncia a la vanidad del mundo.

Azul: color celeste, simboliza el cielo junto con el blanco, los demás son terrestres

Blanco: se asocia a los dioses, es intemporal y es el color de la pureza

Marrón: es el color del sembrado, de la tierra.
"Bizancio y el Islam depositaron su llama y su fermento en el corazón del bloque romano. Y las Cruzadas entregaron desordenadamente a las piedras que iban animando el tributo de los recuerdos de Grecia y del mundo sirio y el eco común, aún más distante, de Persia y de la India. Cuando, hacia el siglo Xl, los cluniacenses se apoderaron de ellas para mezclarlas con el fondo aportado por normandos y escandinavos, cuyas joyas pesadas ostentaban la huella de las más remotas tradiciones asiáticas, el gran estilo románico se cristalizó de pronto, para convertirse, en manos de los monjes, en la más pura expresión arquitectónica del cristianismo organizado." Elie Fauré

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