ARTE PALEOCRISTIANO DE OCCIDENTE, (siglos III, IV y V)

Estilo artístico, que se desarrolla durante los cinco primeros siglos de nuestra era, desde la aparición del Cristianismo, durante la dominación romana, hasta la invasión de los pueblos bárbaros, aunque en Oriente tiene su continuación, tras la escisión del Imperio, en el llamado arte bizantino.

En Occidente, Roma es el centro y símbolo de la cristiandad, por lo que en ella se producen las primeras manifestaciones artísticas de los primitivos cristianos o paleocristianos, recibiendo un gran influjo del arte romano tanto en la arquitectura como en las artes figurativas. Lo mismo que la historia del Cristianismo en sus primeros momentos, en el arte se distinguen dos etapas, la primera, oculta y temerosa, y la segunda, posterior al año 313 en el que Constantino promulga el Edicto de Milán, decretando la libertad religiosa. Por medio de este edicto los cristianos adquirieron el derecho de manifestar públicamente sus convicciones religiosas y de esa manera el arte paleocristiano logró su máximo desarrollo y esplendor, y la manifestación pública de sus creencias.

Para dejar bien el clara esta materia, citaré a Manuel Vega, en sus escritos sobre el arte paleocristiano.

ETAPA I

Los primeros años del cristianismo

Según Vega, “En los primeros tiempos de la cristiandad se siguió al pie de la letra el mandato bíblico de no hacer imagen visible de Dios: “No harás escultura, ni imagen alguna de nada de lo que hay arriba en el cielo, o aquí abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto” (Ex 20,4-5)… Con el tiempo, llegará a aconsejar el conocimiento de Cristo mediante la utilización de los símbolos, advirtiendo, no obstante, evitar caer en la mentalidad pagana.” “La principal misión del arte de aquellos primeros años del cristianismo radicaba en hacer destacar la misión divina de Jesús, no su personalidad ni sus experiencias humanas.”
Artes figurativas PaleocristianasTanto en la pintura como en la escultura, la valoración de los primitivos cristianos se dirige al significado de las representaciones más que a la estética de las mismas. El carácter simbólico se impone a la belleza formal. El repertorio de las representaciones pictóricas se encuentra básicamente en las catacumbas, decorando sus muros, y su principal misión era destacar la misión divina de Jesús, no su vida, su naturaleza ni características humanas.

Vega explica que “Es muy factible que los artistas cristianos primitivos estuvieran más influenciados por las técnicas pictóricas orientales que por la cultura helenística, claramente en decadencia. También es factible que los primeros cristianos acusaran de una falta total de valores espirituales.”
El imperio romano, durante largo tiempo prohibió el cristianismo, porque para ellos dicha religión les alteraba la estructura social, política, religiosa y económica. Varios emperadores la consideraron el enemigo más poderoso de Roma, ya que era el emperador la fuerza, el poder y la unidad del imperio.
Los temas son muy variados. Muchos representan a animales cargados de simbología cristiana, paloma, ciervo, pavo real, o signos acrósticos con un gran significado teológico. Destacan entre ellos el Crismón, monograma formado por las dos primeras letras griegas del nombre de Cristo, “XR”, junto a la alfa “a” y la omega “o”, primera y última letra del alfabeto griego, significando el principio y el fin. A estas letras se solía añadir la cruz y todo ello era encerrado en un círculo. En este signo existe un simbolismo cosmológico, la rueda solar, con la idea de Cristo. La combinación del círculo, con el monograma y la cruz representa a un Cristo como síntesis espiritual del universo, como la luz que alumbra las tinieblas del paganismo grecorromano sobre las que triunfa.
Ya Constantino los utilizó en sus estandartes, en el Lábaro constantineano como señal de victoria.

El Crismón

En la iconografía paleocristiana aparecen otros temas paganos como el de Orfeo, ahora transformado en Cristo, o el tema del Buen Pastor, variante del Moscóforo griego.

Moscóforo Griego
El Buen Pastor Paleocristiano


La tradición hebraica prohibía toda representación material de la divinidad, la religión cristiana, entonces, dejó de lado en los primeros tiempos la escultura de bulto, en tanto que favoreció el relieve, el cuál encontró una vasta aplicación en la decoración de sarcófagos. Debemos, sin embargo, recordar que esos sarcófagos proceden de los mismos talleres de escultor que los relieves paganos de la época, de los que se distinguen sólo por la diferencia temática.

La mayor parte de la escultura paleocristiana tiene carácter funerario. La plástica funeraria nace en el siglo III, a través de un proceso paralelo a la pintura de catacumbas. Es fundamental la técnica de silueta, o el estilo de los relieves del arco de Constantino. Una larga tradición de escultura funeraria pagana servirá de base para conocer estilos y para adoptar iconografías a los escultores cristianos desde el siglo III.
Tres temas inician la iconografía de la época: El Buen Pastor como representación bucólica frecuente en el paganismo helenístico o como símbolo de una de las cuatro estaciones, tema funerario clásico, y la imagen de la Orante. El Antiguo Testamento y escenas de Cristo-Maestro siguen siendo temática de inspiración.


Pintura en catacumba del Buen Pastor


La Orante Pintura en Catacumba

En la escultura, su mejor muestra se encuentra en los relieves de los sarcófagos. Los temas representados en la etapa de persecución eran los geométricos, astrales y zoomorfos, con molduras sinuosas y cóncavas (estrígilos).

sarcófago con estrígilos



La arquitectura

Las persecusiones, la imposibilidad de construir, han sido las causa de la falta de una arquitectura propia para este momento inicial. No sucede lo mismo en relación al mundo funerario. Las familias poseían terrenos fuera de los muros de la ciudad, con autorización para enterrar sus muertos. Estos terrenos fueron aprovechados en la excavación de galerías múltiples, verdaderas colmenas subterráneas que conocemos como catacumbas.

Eran laberintos subterráneos articulados por larguísimos corredores (ambulacros) entre los cuales se abrían cavidades rectangulares (lóculos) destinadas a recoger los restos de los difuntos. Algunas sepulturas eran enriquecidas con un arco (arcosolio) ornado con pinturas. En sus muros, con una finalidad puramente funeraria, aparece la primera pintura.




Catacumba de Priscila
(Ambulacros, corredores - lóculos, cavidades rectanculares)


La Pintura

La importancia de las catacumbas desde el punto de vista artístico, reside exclusivamente en las pinturas murales que las decoran. La nueva fe, al nacer, no disponía, como es obvio, de un lenguaje figurativo ya formado: al principio, hasta tomó algunos de sus temas de la iconografía pagana; pero más tarde se afirman motivos nuevos y absolutamente autónomos. Así, aparecen en los frescos de las catacumbas personajes del Antiguo Testamento; escenas del ágape cristiano, es decir, del banquete eucarístico; o figuras de la Virgen con el Niño, de Cristo con los Apóstoles, etc.

Los pintores de las catacumbas eran ciertamente artesanos de la misma escuela que la de los maestros que trabajaban entonces para el Imperio.

El arte de la pintura es peculiarmente romano, aunque existen otros centros y ciudades con catacumbas, Roma, Nápoles en el siglo IV, y los centros de Sicilia forman el núcleo más interesante.

Su técnica del fresco era más bien sumaria; la paleta, elemental, formada a base de amarillos de ocre, rojos y verdes. Ellos preferían, casi siempre, las formas más sintéticas y apenas esbozadas del llamado estilo “compendiario” romano, a las formas sólidas y bien definidas de la pintura pompeyana al encausto. A veces intentaron nuevos modos de pintar, en los que la fisonomía aparece deformada para alcanzar así una expresión más intensa. Con estos sencillos medios crearon un conjunto pictórico indudablemente sugestivo en el que la técnica alcanza un resultado de notable eficacia plástica. Se trata de un arte tierno y paciente que, en condiciones de trabajo incomodísimas, ha recubierto centenares de metros de paredes subterráneas con su lenguaje sencillo, pero rico en novedades estilísticas que son producto de la nueva sensibilidad religiosa que está surgiendo.




Junto a la pintura en las catacumbas, comienzan los primeros balbuceos de escultura funeraria en los frentes de los sarcófagos, hallados en los mismos cementerios subterráneos. Es así como vemos el inicio de la iconografía paleocristiana que dando origen al simbolismo que se desarrollará a lo largo del siglo III y, sobre todo, del IV.


Sarcófago con estrigilos


Hoy, por ejemplo, se sabe que la pintura se inicia en el siglo III, y que en el siglo II, muy a finales se podrían encontrar algunos ejemplos pictóricos. Sabemos también, que el auge de estos cementerios subterráneos corresponde al siglo IV, cuando en la Iglesia se ha desarrollado de forma total el culto a los mártires, como en las catacumbas de Roma, que fueron lugares de peregrinación constante. 

La simbología

En el ambiente en que los cristianos profesaban su fe, había que tener mucha cautela. Vega nos dice: “Puede asegurarse que el simbolismo cristiano es un elemento figurativo que protegió a los creyentes de sus enemigos externos.”

“Los primeros cristianos vivían en medio de una sociedad mayoritariamente pagana y hostil. Desde la persecución de Nerón (64 después de Cristo) se consideraba que su religión era "una superstición extraña e ilegal". Los paganos desconfiaban de los cristianos y se mantenían a distancia, sospechaban de ellos y los acusaban de los peores delitos. Los perseguían, los encarcelaban y los condenaban al destierro o a la muerte. Como no podían profesar abiertamente su fe, los cristianos se valían de símbolos que pintaban en los muros de las catacumbas y, con mayor frecuencia, grababan en las lápidas de mármol que cerraban las tumbas.
Como a todos los antiguos, a los cristianos les agradaba mucho el simbolismo. Los símbolos expresaban visiblemente su fe. El término "símbolo" se aplica a un signo concreto o a una figura que, de acuerdo con la intención del autor, evoca una idea o una realidad espiritual. Los símbolos más importantes son el Buen Pastor, la "orante", el monograma de Cristo y el pez.


El pez

Cristo con el alfa y el omega
Catacumba de Roma

Monograma de Cristo 
La Paloma



El Buen Pastor con la oveja sobre los hombros representa a Cristo salvador y al alma que ha salvado. Este símbolo se encuentra con frecuencia en los frescos, en los relieves de los sarcófagos, en las estatuas, así como grabado sobre las tumbas.

La orante: esta figura, representada con los brazos abiertos, es símbolo del alma que vive ya en la paz divina.

El monograma de Cristo está formado por dos letras del alfabeto griego: la X (ji) y la P (ro) superpuestas. Son las dos primeras letras de la palabra griega "Christòs" (Jristós), es decir, Cristo. Este monograma, puesto en una tumba, indicaba que el difunto era cristiano.

El pez. En griego se dice "IXTHYS" (Ijzýs). Puestas en vertical, estas letras forman un acróstico: "Iesús Jristós, Zeú Yiós, Sotér" = Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador. Acróstico es una palabra griega que significa la primera letra de cada línea o párrafo. Es un símbolo muy difundido de Cristo, emblema y compendio de la fe cristiana.

Otros símbolos son la paloma, el Alfa y la Omega, el ancla, el ave fénix, etc.

La paloma con el ramo de olivo en el pico es símbolo del alma en la paz divina.

El Alfa y la Omega son la primera y la última letra del alfabeto griego. Significan que Cristo es el principio y el fin de todas las cosas.

El ancla es el símbolo de la salvación, símbolo del alma que ha alcanzado felizmente el puerto de la eternidad.

El ave fénix, ave mítica de Arabia que, según creían los antiguos, renace de sus cenizas después de un determinado número de siglos, es el símbolo de la resurrección.

Los símbolos y los frescos son como un Evangelio en miniatura, una síntesis de la fe cristiana.”
(Pontificia Commissione di Archeologia Sacra Via Napoleone III, 1 - 00185 ROMA - Italy
Tel. +39 06 446 56 10 - Fax +39 06 446 76)

Características plásticas: Tendencia ornamental simple, lineal sobre fondos blancos o amarillos que recuerda la pintura ornamental arquitectural, compleja, muy colorista de los estilos imperiales romanos, tanto de Pompeya como de otros lugares.

Entre líneas que recuadran muros y bóvedas aparecen figuras simbólicas, de Cristo y de los fieles, iniciando una iconografía que participa también, en un principio de temas mitológicos como puede ser el Cristo-Orfeo, tan frecuente en el siglo III, o el Cristo-Sol, o Apolo, montado sobre el carro solar.


Catacumba de Priscila

Otras veces, en lugar de temas figurados, hay elementos ornamentales semejantes a los de ciertas tumbas paganas, con pájaros, amorcillos, representaciones de las estaciones del año (tema frecuente en la iconografía funeraria pagana, en especial en sarcófagos). 

El siglo III es muy rico en pintura, su temática se basa, en escenas de salvación de los textos del Antiguo Testamento, los que hacen alusión al Bautismo y a la Eucaristía como vías de salvación frente a la muerte, que es el estado de pecado; y hay sepulcros en los que se representa las Estaciones, que nos recuerda el tema funerario pagano.




Via Latina



Hacia la mitad del siglo, el arte tiende hacia formas más clásicas, figuras de fino modelado y que se fechan hacia el 240. Ya a finales del siglo III domina una nueva forma plástica con tendencia constructiva rotunda. Este estilo llegará hasta finales del siglo IV, en la segunda mitad del siglo IV aparecerán otras corrientes, como el llamado estilo bello.

  
Catacumba de Vía Latina


Este aparece en las pinturas de la famosa catacumba de Vía Latina halladas recientemente en un sorprendente buen estado de conservación. En ella se alternan los cubículo cristianos y otros paganos, lo que ha hecho suponer se trata de un cementerio privado donde algunos miembros de la familia, todavía paganos, continuaban con sus creencias, o bien se ha buscado un significado cristiano a los temas que no lo son, como el bellísimo ciclo de los trabajos de Hércules.

ETAPA II


Edicto de Milán

Este estado de clandestinidad y de silencio de la Iglesia del siglo III va a cambiar radicalmente con el edicto de Constantino del 313 y con el proteccionismo del emperador y su familia, que llevará a la monarquía teocrática. Constantino y, siguiendo su ejemplo, los monarcas posteriores y gran parte de los obispos de la nueva Iglesia protegen el culto y son propulsores de grandes construcciones.






La época de Constantino no es solamente el momento del despertar cristiano a la vida pública y al arte, sino también el período final de la gran corriente clásica romano-helenística. No debemos interpretar por eso que se trata de una total conclusión de esa corriente artística, sino más bien de una crisis de ciertos elementos formales y del paso de determinados principios estilísticos a otros que responden a la nueva espiritualidad que se difundían ya entre el pueblo.

Después del año 313 los temas figurativos son las más frecuentes, inspirados en los modelos romanos, en los frentes de los sarcófagos aparecen relieves, que si en un principio siguen la estética clásica, como en el Sarcófago de Probo, luego se estereotipan las formas en esquemas planos y figuras de igual tamaño, encajadas en los espacios que determina una estructura de arcos que unifican la escena.



Sarcófago de Probo


Los temas de los sarcófagos se refieren a la vida de Cristo y a escenas del Antiguo Testamento (Daniel entre los leones, sacrificio de Abraham, Adán y Eva, etc.). Entre los sarcófagos más importantes se encuentra el de Junio Basso, en el Vaticano o el conocido como

Sarcófago de Junio Basso


Sarcófago Dogmático

Es una de las piezas de escultura funeraria de época romana que en mejores condiciones ha llegado hasta nuestros días. En realidad, las fuentes documentales no han podido atestiguar a quién perteneció esta singular pieza, y su nombre se debe a la clara intención didáctica con la que fue decorado. Se trata de una obra funeraria de época romana; es una de las primeras manifestaciones cristianas de la época y debido a su estilo se ha datado en el Siglo IV, en la época de Constantino, en torno al año 330 o 340. La pieza fue hallada ya en el siglo XIX en las obras de restauración de la Basílica de San Pablo de Extramuros.
Se trata de un sarcófago rectangular cuya decoración abigarrada recuerda al horror vacui, donde la totalidad de la superficie se cubría con decoración


Sarcófago Dogmático


de manera que no se dejaba ni un solo hueco vacío. En la obra que aquí nos ocupa la está divida en dos franjas horizontales marcando dos niveles distintos donde se han recreado escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento y la imagen de un clípeo que se reservaba para los difuntos. Este tipo de composiciones se hacían a menudo en serie lo cual podría explicar el hecho de que las decoraciones de los temas bíblicos fuesen tan minuciosas en comparación con el retrato de los difuntos; los sarcófagos se tallaban por encargo y el maestro escultor disponía de tiempo suficiente para representar las escenas decorativas dejando reservado el clípeo central para la imagen de los difundo que a menudo debía tallarse rápidamente y sin demasiado tiempo para representar los detalles.

En el nivel superior se han representado dos escenas del Génesis y tres del Nuevo Testamento. En la primera de ellas se representa el momento de la creación del hombre, un proceso en el que interviene Padre, Hijo y Espíritu Santo muy de acorde a las enseñanzas del Concilio de Nicea celebrado en el año 325. La siguiente escena es una representación de Jesucristo junto con Adán y Eva condenándolos al trabajo tras el Pecado Original; en esta escena la presencia de Jesús ya anuncia la venida del Mesías. A continuación encontramos clípeo central con la representación de los difuntos ataviados según la moda de la época; ella con trenzas, vestida con túnica y palio mientras que él se viste con la toga y sostiene una cartela en la mano.

En el registro inferior observamos un mayor número de escenas que relatan episodios del Antiguo Testamento, de la Epifanía o sobre la vida de San Pedro. La escena de la Epifanía es la Adoración de los Magos, en ella María aparece sedente en un trono al igual que Dios Padre en la creación del hombre. Tras ella el profeta Balaam típico de las primeras representaciones cristianas. Las escenas bíblicas son protagonizadas por Habacuc y por Daniel representado en el foso de los leones. Finalmente las escenas de Pedro, la piedra angular de la iglesia con tres escenas que van desde la negación de Cristo, a un milagro y finalmente su captura.

(https://arte.laguia2000.com/escultura/sarcofago-dogmatico)


O de la Trinidad

En el registro superior podemos encontrar, de izquierda a derecha: los tres jóvenes en el horno, el Sacrificio de Isaac, Adán y Eva, la entrega de la ley a Moisés y las ofrendas de Caín y Abel

En el registro siguiente (hacia abajo) las escenas se vuelven más confusas y se ha pensado que muchas de ellas  podrían ser la presentación de las almas de los difuntos a la corte celestial.

La Arquitectura.Pero también para los cristianos llega el momento de mostrarse libremente, a cielo abierto, y su arte adquirirá prestigio y esplendor: en el año 313 un edicto del emperador Constantino reconoció a la comunidad cristiana el derecho de poseer bienes y practicar su culto. Poco a poco las catacumbas son olvidadas, surgen a la luz del sol en Roma, Constantinopla, la nueva capital fundada por el emperador Constantino, y también en todas partes por las provincias que se han hecho cristianas, los bautisterios y las primeras grandes basílicas, adornadas de mosaicos, frescos y preciosos objetos para el culto. Se definen entonces los lineamientos fundamentales de los edificios cristianos, destinados a perdurar a través de los siglos.

Puesto que la iglesia no es sólo la morada de los dioses como en los antiguos templos paganos, sino, sobre todo, el lugar de reunión de los fieles, es necesario un edificio que permita por una parte, acoger a una gran cantidad de gente y, al mismo tiempo, la práctica de los ritos sagrados. Se trata entonces, de construir un ambiente donde lo funcional (espacio, luz, visualidad, capacidad amplia para acoger a los fieles, división de estos mismos fieles, colocación del santuario y de los eclesiásticos, etc.) tenga un lugar apropiado, y ello tenía soluciones visibles en la arquitectura romana privada y pública. Además el edificio debe reunir en su disposición un significado espiritual, no en vano es la Casa de Dios.

Elementos griegos, romanos y asiáticos contribuyen al nacimiento de este nuevo edificio sacro: la basílica cristiana; el resultado parece poco original ya que es sólo una adaptación de la basílica romana, pero tiene la ventaja de que es perfectamente congruente con las exigencias del culto y la particular espiritualidad de los nuevos tiempos. Se trata de una gran sala rectangular dividida en tres naves por hileras de columnas que terminan en el gran arco del ábside semicircular. En algunas iglesias la naves están cortadas, cerca del altar, por un cuerpo transversal, llamado transepto, que da a la iglesia forma de cruz.

"La basílica paleocristiana en general constaba de tres partes: un atrio de acceso, el cuerpo de la basílica longitudinal, dividido en tres o cinco naves separadas por columnas, la nave central siempre solía tener más altura, mientras sobre las naves laterales a veces tenían unas galerías o tribunas llamadas matroneo especialmente realizadas para las mujeres. En el presbiterio, se situaba el altar. La cabecera estaba ocupada por un ábside cubierto con una cúpula de un cuarto de esfera. Los no bautizados ocupaban un lugar ante la puerta de la basílica llamado atrio o nártex donde solía haber una gran pila de agua para las abluciones. La cubierta en la construcción de la basílica paleocristiana primitiva acostumbraba a ser a dos aguas con techumbre de madera, poco pesado, por lo que sus muros eran completamente lisos y no había necesidad de construir contrafuertes. La luz exterior provenía de grandes ventanas abiertas en las paredes laterales y de la parte alta de la nave central por el claristorio. Muchos de los materiales empleados como las columnas y capiteles fueron aprovechados de otros edificios romanos."


Fuente:

Las basílicas de la época de Constantino han desaparecido en su totalidad, pero han quedado las del siguiente siglo, para revelarnos su estructura. De un modelo de tipo romano, derivan otros edificios de planta central: los bautisterios, los mausoleos cristianos e incluso algunas de las basílicas.
La Pintura.


La nueva fe, al nacer, no disponía, como es obvio, de un lenguaje figurativo ya formado: al principio, hasta tomó algunos de sus temas de la iconografía pagana.

La técnica y el estilo de las primeras pinturas cristianas son sustancialmente afines con las de los frescos paganos de la misma época, aunque se puede considerar la ejecución de la obra un poco más descuidada. Algunas veces prevalece en ellas el gusto popular, que ignora toda perspectiva y prefiere alinear las figuras en un plano único.
Como ya fue mencionado, una de las creaciones más originales de la pintura cristiana primitiva es la figura del orante, representado de pie, con los brazos abiertos y las palmas de las manos levantadas en gesto de plegaria. La figura simbolizaba seguramente al alma bienaventurada del muerto, pero aparte de todo significado alegórico, ilustra tangiblemente la disposición espiritual de los cristianos, serenamente confiada en Dios. Los primeros cristianos sintieron la necesidad de pintar en las paredes de las catacumbas temas de carácter narrativo y no sólo símbolos alusivos a las creencias y a los misterios de su religión.




Pero más tarde se afirman motivos nuevos y absolutamente autónomos. Así, aparecen en los frescos de las catacumbas personajes del Antiguo Testamento; escenas del ágape cristiano, es decir, del banquete eucarístico; o figuras de la Virgen con el Niño, de Cristo con los Apóstoles, etc.


catacumba de los santos Marcelino y Pedro
Jesus y los apóstoles, catacumba Domitila


Los pintores de las catacumbas eran ciertamente artesanos de la misma escuela que la de los maestros que trabajaban entonces para el Imperio Romano.

La Virgen y el niño,  catacumba Priscila


El arte de la pintura es entonces, peculiarmente romano, aunque existen otros centros y ciudades con catacumbas, Roma, Nápoles en el siglo IV, y los centros de Sicilia forman el núcleo más interesante.

Su técnica del fresco era más bien sumaria; la paleta, elemental, formada a base de amarillos de ocre, rojos y verdes. Preferían, casi siempre, las formas más sintéticas y apenas esbozadas del llamado estilo “compendiario” romano, a las formas sólidas y bien definidas de la pintura pompeyana al encausto. A veces intentaron nuevos modos de pintar, en los que la fisonomía aparece deformada para alcanzar así una expresión más intensa. Con estos sencillos medios crearon un conjunto pictórico indudablemente sugestivo en el que la técnica alcanza un resultado de notable eficacia plástica. Se trata de un arte tierno y paciente que, en condiciones de trabajo incomodísimas, ha recubierto centenares de metros de paredes subterráneas con su lenguaje sencillo, pero rico en novedades estilísticas que son producto de la nueva sensibilidad religiosa que está surgiendo.

Hoy se sabe que la pintura se inicia en el siglo III, y que en el siglo II, muy a finales se podrían encontrar algunos ejemplos pictóricos. Sabemos también, que el auge de estos cementerios subterráneos corresponde al siglo IV, cuando en la Iglesia se ha desarrollado de forma total el culto a los mártires, como en las catacumbas de Roma, que fueron lugares de constante peregrinación.

Conocido a través del mosaico y de los frescos de las catacumbas, el arte figurativo de esta etapa, tiene un especial desarrollo y belleza. La ilustración doctrinal que debe desempeñar ahora el arte del color, las posibilidades de un desarrollo amplio y extenso en dimensión, convierten estos siglos IV y V en el gran momento de la pintura monumental, que en el siglo VI continuará hasta toda la Edad Media, a través de las obras bizantinas y su proyección mediterránea.

Roma y Nápoles, Milán y Ravena, van a conservarnos los mejores ejemplos de este arte. Pero es el mosaico mural el que más representa el arte cristiano del color. Seguimos encontrando en su temática escenas del Antiguo Testamento y también ornamentación de tradición profana. Curiosamente las que más se han conservado y pueden estudiarse son las finalmente mencionadas. Hay elementos geométricos, que participan de formas profanas, colorísticas y brillantes. Rombos y cruces, entrelazos, flores mezcladas con objetos en un armonioso desorden, definen un gusto áulico muy fino, característico de este momento. A finales de siglo, se desarrolla una temática triunfalista propia del momento, completamente diversa a lo que hasta entonces se representaba.
Un tema histórico, de tradición constantiniana todavía, pero con enlaces en el arte de las catacumbas por su técnica rotunda y pictórica, aparece en la segunda mitad del siglo IV. A finales del siglo IV, en el momento más característico de la iconografía triunfal de la Pasión, los ejemplos que conocemos sólo los visualizamos por los mosaicos que existen conservados en Nápoles. Su temática presenta a un Cristo triunfante, entronizado, presidiendo un esquema profundamente jerárquico.

Es un estilo grandilocuente que se desarrolla durante todo el siglo V y tiene su máxima expresión en los mosaicos de Santa María la Mayor, que reemprenden la línea plástica de las pinturas del siglo IV de la catacumba de Vía Latina.





Busto de Constantino



Además se encuentran cabezas colosales de los últimos emperadores de la familia de Constantino, los que sugieren las mismas consideraciones. En el relieve se pierde el valor del equilibrio y la proporción de volúmenes, se desarrolla en forma decorativa el movimiento de la línea y se acentúan los efectos del claroscuro. En los retratos realizados con pocos planos rígida y simétricamente encuadrados se busca una intensa espiritualidad y frecuentemente se tiende a idealizar al personaje representado. Muchas características de la producción de esa época son debidas a la influencia oriental y egipcia y sobre todo a la corriente sirio-palestina.

El cuadro de la escultura paleocristiana se completa con la abundante producción de objetos de marfil que atestigua la variedad y refinamiento de la cultura artística de la época.

Los Mosaicos
Durante los siglos IV y V la pintura paleocristiana, ha sido substituida principalmente por los mosaicos en las paredes de las primeras grandes basílicas. Cada escena tenía su lugar adecuado: en los áspides generalmente se representaba a Jesucristo sentado en el trono entre apóstoles y santos. En las paredes de la nave, escenas de la vida de Jesús o del antiguo testamento. Y en los bautisterios, episodios y símbolos relacionados con el bautismo.



Basílica Santa María la Mayor


Basílica Santa María la Mayor

Las figuras se recortan primero sobre fondo azulado, luego a partir del s.V frecuentemente sobre fondo de oro, ambos alusiones a lo infinito de los cielos. Poco a poco se asiste a un gradual y definitivo alejamiento del espíritu del arte clásico: la corporeidad de las masas deja sitio paulatinamente a una pura expresión de color que omite todo efecto de relieve, buscando en cambio los sugestivos contrastes de tonos y de luz. El realismo naturalista de la pintura romana se atenúa progresivamente con la intención de expresar mediante grandes cielos dorados e imágenes achatadas pero sugestivas y solemnes, los aspectos sobrenaturales de la fe.

Pero es el mosaico mural el que más representa el arte cristiano del color. Seguimos encontrando en su temática escenas del Antiguo Testamento y también ornamentación de tradición profana. Curiosamente las que más se han conservado y pueden estudiarse son las finalmente mencionadas. Hay elementos geométricos, retratos de Constantino y su esposa, que participan de formas profanas, colorísticas y brillantes. Rombos y cruces, entrelazos, flores mezcladas con objetos en un armonioso desorden, definen un gusto áulico muy fino, característico de este momento. A finales de siglo, se desarrolla una temática triunfalista propia del momento, completamente diversa a lo que hasta entonces se representaba.

Un tema histórico, de tradición constantiniana todavía, pero con enlaces en el arte de las catacumbas por su técnica rotunda y pictórica, aparece en la segunda mitad del siglo IV. A finales del siglo IV, en el momento más característico de la iconografía triunfal de la Pasión, los ejemplos que conocemos sólo los visualizamos por los mosaicos que existen conservados en Nápoles. Su temática presenta a un Cristo triunfante, entronizado, presidiendo un esquema profundamente jerárquico.

Es un estilo grandilocuente que se desarrolla durante todo el siglo V y tiene su máxima expresión en los mosaicos de Santa María la Mayor, que reemprenden la línea plástica de las pinturas del siglo IV de la catacumba de Vía Latina.


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