EL ARTE EN ROMA

“Desde sus orígenes, Roma permanece siempre igual a sí misma. Desvía en su provecho las fuentes morales del mundo antiguo, igual que desvía las aguas de los montes para traerlas hasta su recinto. Una vez apresado el manantial, su avidez lo agota pronto, y ha de ir más lejos a fin de procurarse otro. Desde comienzos del siglo lll, Etruria, triturada por Roma, cimienta con su sangre y sus nervios, a la vez que con la sangre y los nervios de los latinos y sabinos, el bloque en que Roma tiene que apoyarse para, en un colosal esfuerzo, esparcirse por el mundo en círculos concéntricos.“Elie Fauré

Roma fue un pueblo de labradores, de comerciantes, de guerreros. Los romanos mostraron mayor interés por las cosas prácticas y sus obras artísticas llevan siempre un sello utilitario. Pueblo dominante, fundador de un vasto imperio, el romano tuvo por preocupación fundamental mantener el dominio sobre los territorios colonizados, para lo cual movilizó poderosos ejércitos, dio vida a un denso cuerpo de leyes que apretó los lazos entre la metrópoli y las provincias, y desarrolló una gigantesca labor constructiva con un variado repertorio de formas arquitectónicas perfectamente adaptadas a sus fines.

El arte romano no es sólo el arte de los emperadores, senadores y patricios, sino también el de todos los habitantes del vasto imperio romano, incluyendo a la clase media de los hombres de negocios, los libertos o plebeyos, esclavos y legionarios de Italia y sus provincias. Curiosamente, a pesar de que subsisten una gran cantidad de ejemplos escultóricos, pictóricos, arquitectónicos y decorativos, conocemos pocos nombres de sus artistas y arquitectos. En general los monumentos romanos se realizaron para glorificar a sus mecenas más que para expresar la sensibilidad artística de sus creadores.

Ocuparon todas las tierras que rodean la cuenca mediterránea además de otros territorios más alejados (como gran parte de Inglaterra) y hablar de su arte es muy complejo ya que no se refiere sólo a sus manifestaciones propias sino a aquellas que asimilaron (y en asimilar los romanos eran muy expertos) entre las que destaca la cultura helenística con la que se entremezclan.

Roma fue un imperio conquistador que supo emplear las creaciones de los pueblos a los que sometió. Rescató la belleza de la obra griega en sus esculturas, ya que gracias a que ellos la copiaron podemos gozar ahora de las obras del período final de Grecia, en su estilo helenístico. Heredó la creación arquitectónica de los etruscos, desarrollando la construcción de sus edificios y templos sobre altos podios, y utilizó también el arco etrusco agregando su propia creación la elaboración de la bóveda.

Su carácter variado y flexible en ciertos aspectos lo acerca más al arte moderno; así, su influencia en el arte de la Edad Media y del Renacimiento fue notable. Sus mayores logros los presenta en el desarrollo de la arquitectura; por ello, el dibujo y la pintura la realizaban a servicio de esta, predominando los murales. Los temas eran asuntos bélicos, eróticos, leyendas heroicas, paisajes, marinas, naturaleza muerta y el retrato.

Es así como todo su arte gira en torno a la grandiosidad, a mostrar el Imperio , sus conquistas y logros al mundo, y es ésta característica la que vemos en todas sus creaciones artísticas, que no son más que creaciones utilitarias, con un fin también decorativo y conmemorativo para engrandecer al imperio. Es por esto que son considerados monumentos artísticos, por su significado y obviedad, todas las construcciones en las ciudades romanas, tanto en el foro romano como en el templo existen vestigios de su forma de comunicar y exaltar las hazañas del emperador. Hausser en su "Historia Social de la literatura y el Arte", define con claridad:

"...La imagen lo es todo: noticia informativa, artículo de fondo, instrumento de propaganda, cartelón, revista ilustrada, crónica en imágenes, película de dibujos, noticiario cinematográfico y film dramático en una pieza. En esta afición a las imágenes se manifiesta, además del gusto por la anécdota, además del interés por la noticia auténtica, por la testificación, por el documento, una curiosidad primitiva e insaciable, un gusto infantil por todo lo que es imagen. Todos estos cuadros son hojas de un libro de imágenes para personas mayores; a veces, como en las espirales ascendentes de la Columna de Trajano, están sacadas de un “libro de santos enrollable”, que transmite la impresión de la continuidad de los sucesos y que aspira a ser un sustituto de lo que hoy entendemos por una película. Hay, sin duda, algo muy tosco y esencialmente inartístico en el deseo que tratan de satisfacer estas pinturas y relieves. Es cosa extraordinariamente ingenua la pretensión de experimentarlo todo, de verlo todo con los propios ojos, como si uno mismo estuviera presente, y es muy primitivo no querer recibir nada de segunda mano, en aquella forma traslaticia en que las épocas más desarrolladas artísticamente ven precisamente la esencia del arte. "


 La columna de Trajano

La asimilación romana de las formas helenísticas pasa por utilizar los órdenes establecidos por los griegos. Sin embargo los romanos no son meros imitadores sino que transforman y completan los elementos para que encajen mejor con su estilo y por este motivo modifican y amplían. Los romanos no se caracterizan tanto por ser descubridores como inventores. Ellos no descubren la argamasa (especie de cemento de la época) que ya conocían los etruscos, ni los ladrillos o bóvedas que ya eran utilizados anteriormente en Mesopotamia, sin embargo tienen un gran sentido práctico que les lleva a sacar partido de aquellos conocimientos propios o ajenos y explotarlos en su beneficio.

La Arquitectura 

El arte y arquitectura de la antigua Roma y su imperio que en su periodo de máximo apogeo se extendió desde las islas Británicas hasta el mar Caspio. El arte romano más primitivo comenzó con el derrocamiento de los reyes etruscos y el establecimiento de la república el año 509 a.C. Se considera que el final del arte romano, y por consiguiente el inicio del arte medieval, llegó con la conversión del emperador Constantino al cristianismo y con el traslado de la capital del imperio desde Roma a Constantinopla en el año 330. Sin embargo, el estilo romano e incluso sus temáticas romanas paganas continuaron representándose durante siglos, a menudo bajo la impronta cristiana.

El arte romano se divide tradicionalmente en dos periodos: el arte de la Roma republicana y el de la Roma imperial (desde el año 27 a.C. en adelante), con subdivisiones correspondientes a los emperadores más importantes o a las diferentes dinastías. En la época de la república, el término romano se aplica prácticamente al arte realizado en la ciudad de Roma, que conserva la huella de su pasado etrusco. Poco a poco, el arte se liberó de su herencia etrusca, gracias a la expansión a través de Italia y el Mediterráneo y a medida que los romanos asimilaron otras culturas como la griega. Durante los dos últimos siglos antes del nacimiento de Cristo surgió una manera típicamente romana de construir edificios, realizar esculturas y pintar. Sin embargo, debido a la extraordinaria extensión geográfica del Imperio romano y a sus diversos pobladores, el arte y la arquitectura romanas fueron siempre eclécticas y se caracterizaron por emplear distintos estilos atribuibles a los gustos regionales y a las preferencias de sus mecenas. El arte romano no es sólo el arte de los emperadores, senadores y patricios, sino también el de todos los habitantes del vasto imperio romano, incluyendo a la clase media de los hombres de negocios, los libertos o plebeyos, esclavos y legionarios de Italia y sus provincias. Curiosamente, a pesar de que subsisten una gran cantidad de ejemplos escultóricos, pictóricos, arquitectónicos y decorativos, conocemos pocos nombres de sus artistas y arquitectos. En general los monumentos romanos se realizaron para glorificar a sus mecenas más que para expresar la sensibilidad artística de sus creadores.

Podemos hacernos una clara idea de la arquitectura romana a través de los impresionantes vestigios de los edificios públicos y privados de la Roma antigua y gracias a los escritos de la época, como el De "Architectura", un tratado en 10 volúmenes compilado por Vitrubio hacia el final del siglo I a.C.

La planificación de la ciudad romana

La típica ciudad colonial romana del periodo final de la república y del pleno imperio tuvo una planta rectangular similar a la de los campamentos militares romanos con dos calles principales —el cardo (de norte a sur) y el decumano (de este a oeste)—, una cuadrícula de pequeñas calles que dividen la ciudad en manzanas y un perímetro amurallado con puertas de acceso. Las ciudades anteriores a la adopción de este tipo de planificación, como la propia Roma, conservaron el esquema laberíntico de calles sinuosas. El punto focal era el foro, por lo general situado en el centro de la ciudad, en la intersección del cardo y el decumano. Este espacio abierto, rodeado de tiendas, funcionó como el lugar de reunión de los ciudadanos romanos. Fue además el emplazamiento de los principales edificios religiosos y cívicos, entre ellos el senado, la oficina de registro y la basílica, que consistía en una gran sala cubierta, flanqueada por naves laterales, con frecuencia de dos o más pisos. Las basílicas romanas albergaban las transacciones comerciales y los procesos judiciales, pero este edificio se adaptó en tiempos cristianos, convirtiéndose en la tipología de iglesia occidental con un ábside y un altar al final de la nave mayor. Las primeras basílicas se levantaron a comienzos del siglo II a.C. en el propio foro romano, pero es en Pompeya donde se encuentran los ejemplos de basílicas más antiguas y mejor conservadas (c. 120 a.C.).

En la Hispania romana se ha descubierto, gracias a diferentes excavaciones y a los vestigios arqueológicos, la planificación de algunas de las más importantes ciudades hispanorromanas, como Baelo Claudia en Cádiz, Itálica cerca de Sevilla (fundada por Publio Cornelio Escipión el año 206 a.C.), Emerita Augusta (Mérida), Caesar Augusta (Zaragoza) o Tarraco (Tarragona).

Los templos romanos 

El templo principal de la ciudad de Roma, el capitolio, estuvo por lo general localizado en un extremo del foro. El templo romano fue el resultado de una combinación de elementos griegos y etruscos: planta rectangular, tejado a dos aguas, vestíbulo profundo con columnas exentas y una escalera en la fachada dando acceso a su alto pódium o plinto. 

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Capitolio Romano
Los romanos conservaron los tradicionales órdenes o cánones griegos (dórico, jónico y corintio), pero inventaron otros dos: el toscano, una especie de orden dórico sin estrías en el fuste y el compuesto, con un capitel creado a partir de la mezcla de elementos jónicos y corintios. La Maison Carrée de la ciudad francesa de Nimes (c. 16 d.C.) es un ejemplo excelente de la tipología romana templaria. 

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La Maison Carrée
Los templos romanos no se levantaron únicamente en el foro, sino que aparecen también a lo largo de toda la ciudad y en el campo. Uno de los ejemplos posteriores más influyentes fue el Panteón (118-128 d.C.) de Roma, que consistió en el habitual vestíbulo o pórtico columnado cubierto a dos aguas, seguido por un espacio cilíndrico cubierto por una cúpula, sustituyendo la tradicional cella o habitación principal rectangular. Los templos rotondos, más simples, como el construido hacia el 75 a.C. en Tívoli, cerca de Roma, basados en prototipos griegos de cellas circulares perípteras, fueron también populares.

En España subsisten algunos restos arqueológicos de templos de época romana en las ciudades de Barcelona, Mérida (dedicado a la diosa Diana), Córdoba (columnas de la calle Claudio Marcelo) y Sevilla.

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Templo de la Diosa Diana, Mérida, Barcelona


El Panteón de Agripa


El Panteón de Agripa


El Templo de Hercules
Templo de Vesta


Las tiendas y los mercados 

Los edificios lúdicos y las tiendas estaban diseminados por toda la ciudad de Roma. Generalmente las tiendas eran unidades de una habitación (tabernae) abiertas a las aceras. Muchas muestras, incluyendo las que asociaban el molino con la panadería, se conservan aún en Pompeya y en otros lugares. A veces, se construyó un complejo unificado de tiendas, como los mercados de Trajano (98-117 a.C.) en la colina del Quirinal en Roma, que incorporaron numerosos locales comerciales (tabernae) en diferentes niveles y grandes vestíbulos abovedados de dos pisos.

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Los mercados de Trajano, (alamy stock photo)


Los teatros y anfiteatros

Los teatros romanos aparecieron por primera vez al final del periodo republicano. Constaban de un alto escenario junto a un foso semicircular (orchestra) y un área circundante de asientos dispuestos en gradas (cavea). A diferencia de los teatros griegos, situados en pendientes naturales, los teatros romanos se construyeron sobre una estructura de pilares y bóvedas y de esta manera pudieron ubicarse en el corazón de las ciudades. 

Los teatros fueron populares en todos los lugares del Imperio. Podemos encontrar ejemplos impresionantes en Orange (principios del siglo I d.C., Francia) y en Sabratha (finales del siglo II d.C., Libia). Los teatros de Itálica y de Mérida fueron realizados en tiempos de Augusto y de Agripa, respectivamente. El segundo de ellos, aunque presenta diferentes fases constructivas, destaca por su pórtico a modo de gran fachada trasera del escenario (frons scaenae) del siglo I d.C. y por su orchestra semicircular. 

Los anfiteatros (literalmente, teatros dobles) tuvieron planta elíptica con una pista (arena) central, donde se celebraban combates entre gladiadores y animales, y un graderío alrededor similar al de los teatros. El anfiteatro más antiguo conocido es el de Pompeya (75 a.C.) y el más grande es el Coliseo de Roma (70-80 d.C.), que podía albergar a unos 50.000 espectadores, más o menos la capacidad actual de los estadios deportivos. 

En la Hispania romana destacan los anfiteatros de Mérida, Tarragona e Itálica. Los circos o hipódromos se construyeron también en las ciudades más importantes; la plaza Navona de Roma ocupa el lugar de un circo que fue construido durante el reinado de Domiciano (81-96 d.C.).

En las ciudades de Tarragona, Sagunto y Toledo pueden hoy día contemplarse algunos restos de antiguos circos romanos.

El Coliseo Romano
 
Los baños públicos o termas

Las ciudades grandes, como las pequeñas, tuvieron termas o baños públicos (thermae). Bajo la república se completaron generalmente con un vestuario (apodyterium) y habitaciones para bañarse con agua caliente, templada y fría (caldarium, tepidarium, frigidarium) junto a una zona de ejercicios, la palestra. Las termas (75 a.C.) cerca del foro de Pompeya son un ejemplo excelente de los modelos más antiguos. Bajo el imperio estas estructuras comparativamente modestas se volvieron progresivamente más grandiosas. Ejemplos posteriores, como los baños de Caracalla (c. 217 d.C.) en Roma tenían incluso bibliotecas, tiendas y enormes espacios públicos abovedados, decorados con estatuas, mosaicos, pinturas y estucos.


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termas romanas


El retrato romano



Como se dijo anteriormente, los antiguos romanos tuvieron desde sus orígenes una fuerte influencia de la cultura etrusca y de la griega de las que tomaron algunos aspectos. Respecto al retrato, la escultura griega comenzó la retratística en el S. IV a.C., si bien idealizando a los personajes, y los etruscos practicaban desde tiempos antiguos el retrato funerario para recuerdo de los antepasados. Los romanos, que ya venían haciendo máscaras de cera de los parientes difuntos para honrar su memoria, adoptaron el retrato pero representando inicialmente a los personajes de forma naturalista y evitando toda idealización del retratado. Al imponerse en el Imperio la costumbre de representar al Emperador (así como a los miembros de su familia) y enviar a las provincias copias de dichos retratos, se pasó por épocas en las que el naturalismo se resintió a costa de la idealización.

 
El desarrollo del retrato individual es generalmente considerado una de las principales realizaciones del arte romano.

"El desarrollo del retrato individual es generalmente considerado una de las principales realizaciones del arte romano. Esta opinión es quizá algo paradójica, ya que los artistas que produjeron la mayoría de los retratos conservados eran de hecho griegos. Sin embargo, trabajaron bajo el patrocinio de romanos acaudalados y sus obras fueron una respuesta a las necesidades romanas y un claro reflejo de los gustos romanos. La característica distintiva de este tipo de retratos es un realismo extremado con una especial acentuación de las facciones desagradables y poco atractivas del sujeto. Los orígenes de este estilo “verista” son difíciles de determinar; pero no cabe duda de que llegaba intensamente a los romanos, que gustaban de verse como un pueblo fuerte, honrado y nada fantasioso. A finales de la república y principios del imperio, el retrato realista fue adoptado por todas las clases de la sociedad, incluyendo a artesanos, comerciantes y libertos, como puede verse a través de los numerosos relieves funerarios con retratos que se cuentan entre las expresiones más características del arte plebeyo. El retrato público experimentó un cambio bajo Augusto y los Julio-Claudios, que favorecieron un estilo clasicista idealizado. Pero el verismo reapareció bajo los Flavios y nuevamente en el siglo III bajo Caracalla, que rechazó el clasicismo revivido que había prevalecido con Adriano e introdujo un nuevo realismo todavía más duro. Los retratos imperiales del período de la crisis del siglo III transmitían con franqueza la energía, fuerza y vitalidad de los sencillos soldados que gobernaban el imperio. Mientras que con Diocleciano y sus sucesores los retratos imperiales adoptaron una calidad fija y abstracta que expresaba la majestad de los emperadores separados de sus súbditos por un elaborado ritual cortesano; a finales de l imperio en los retratos no hubo ya ningún intento de copiar las facciones reales de las personas vivas."  “ROMA” VOL.II - Tim Cornell y John Mattews, Edit. Folio, 1992







Las Obras Públicas 

Entre los diversos proyectos de construcciones públicas de los romanos, la red de puentes y calzadas que facilitaron la comunicación a través de todo el imperio y los acueductos que traían el agua a las ciudades desde los manantiales cercanos, son los más extraordinarios.

Acueducto de Segovia

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Puente y Acueducto
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La Pintura




Conocemos la pintura romana a través de los ejemplos procedentes de los murales de Pompeya.

Se reconocen cuatro estilos:

El más antiguo, de la época republicana, es el estilo de incrustaciones, llamado así porque imita la decoración de mármoles.

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Primer Estilo: de Incrustaciones

El segundo, es el estilo arquitectónico, que simula estructuras arquitectónicas que generan, a través de la perspectiva, una falsa sensación de profundidad junto a temas figurativos y bodegones.


Segundo Estilo: Arquitectónico

El estilo ornamental o de candelabros es el tercero, de la primera mitad del siglo I d.C., que usa como elementos decorativos arquitecturas fantásticas, guirnaldas y amorcillos.

Tercer estilo: Ornamental

Tercer Estilo: Ornamental

Y el cuarto estilo es una mezcla de los anteriores en el que se introducen paisajes imaginarios, formas arquitectónicas fantásticas y escenas mitológicas. A este estilo dominante en la segunda mitad del siglo I se le llama estilo ilusionista. Las obras más representativas son Casa de Livia y Casa de los Misterios (estilo segundo), Casa de los Vetti (tercer estilo) y las mejores las pinturas de la Domus Aurea de Nerón, en Roma.

Cuarto Estilo: Ilusionista

Cuarto Estilo: Ilusionnista

Retratos Pompeyanos

La Poetisa de Pompeya
Retrato del panadero Tenentius Neo y su esposa










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